La razón de los “debería” lo dictan las normas sociales: la cultura, la sociedad o las costumbres! Nos dicen cómo pensar, qué hacer o cómo llegar a ser felices: “debería estudiar una carrera universitaria”“debería tener el cuerpo perfecto”, “debería ser el/la mejor de mi clase”, “debería cuidar de mis padres”,…, es decir, pueden llegar a convertirse en ideas irracionales.
Para convivir en sociedad hemos creado unas normas sociales para hacer más armoniosa la vida en común. El seguir estos dictámenes vienen de muy atrás, remontándonos al instinto de supervivencia y la necesidad de vivir en grupo para reducir el peligro de muerte: el ser humano en solitario tiene menos posibilidades de salir adelante que si lo hace en grupo. Las normas sociales llevan mucho tiempo instauradas y por ello la mayoría no las cuestionamos. Esos “debería” que nos imponen por regla moral o cultural no fueron pensados para perjudicarnos, pero están ahí y muchas veces interfieren con la posibilidad de tomar nuestras propias decisiones.
Por este motivo, buscamos cumplir las reglas sociales para ser aceptados en la comunidad y así sentirnos seguros. Por ejemplo: “Debería saludar cada vez que entro en un lugar”, “tengo que dar las gracias cuando me hacen un favor”
Otros motivos por los que solemos utilizar el “debería” es el miedo, quesuele ser una de las emociones que mueven de forma imperiosa al ser humano, y la culpa, aspecto puramente social, influido claramente por la convivencia humana en comunidad debido al remordimiento que se crea a través de ella. Los “deberías” que no cumplimos nos hace sentir culpables. Si nos paramos a mirar la naturaleza, ningún animal tiene sentimientos de culpa, solamente los humanos hemos desarrollado esta emoción, incluso llegando a inculcársela a algunos de nuestros animales de compañía. La culpa tiene origen social, no natural. Además, suele ser una moneda de cambio o chantaje para conseguir cosas o hacer sentir mal a los demás en beneficio propio: si realizamos el “debería” o “tendría que” no nos sentiremos culpables.
Por ejemplo: “debería ir todos los días a ayudar a mi madre, aunque descuide mis tareas, porque si no se enfadará y me lo recriminará”
Si nos paramos a pensar en por qué hacemos lo que hacemos tendremos más consciencia de las ideas irracionales y podremos discutirlas hasta eliminarlas. “¿Qué pasaría si no hago o digo esto?”.
Hay veces que, para llevar a cabo un “debería” o “tendría que”, sentimos que traicionamos nuestras creencias, valores o principios. En este punto es importante que nos paremos y pensamos, porque una persona es lo que cree, su ética y su moral, y traicionar uno de estos puede significar traicionarse a uno mismo.
Por esto, hay que sopesar si realmente nos compensa dejar de ser nosotros mismos para agradar a otros.
Por ejemplo, a Alicia no le gusta salir de compras con sus amigas los fines de semana porque siempre acaban gastándose mucho dinero en cosas que no son tan necesarias y ella no se considera una persona derrochadora, es más, considera que es un comportamiento desconsiderado hacia sus padres.
Pero sabe que si no sale con sus amigas le dejarán de lado y se verá sola. Alicia deberá reflexionar si prefiere ser “otra persona” y salir con sus amigas pese a las consecuencias o si hacer otras actividades que sí considere apropiadas y acordes a lo que piensa y conocer a otra gente más afín a ella.
Es decir, todo ello serán cosas que hacemos no porque queramos, sino porque nos vemos obligados a cumplir por esas “necesidad” de alcanzar el objetivo. Algo que nos vemos forzados a hacer, no algo voluntario que QUERAMOS hacer.
Por no estudiar una carrera universitaria no dejaremos de ser buenas personas. Por no casarnos no nos convertiremos en una amenaza para la comunidad.
Ponte manos a la obra y pasa del pensamiento a la acción. Las ideas irracionales o heredadas continuamente son el mayor obstáculo para vivir plenamente y todo porque, sin querer, alimentamos su existencia.
• ¿Qué acciones te harían feliz sin cargar con el peso de los “debería”?
Escríbelo en los comentarios y te leo.